Aseguran que era difícil prever condiciones climáticas entre Los Barros y La Cortina
Los sofisticados instrumentos para pronosticar el clima no sirven para sectores específicos y con las condiciones que tiene el trayecto cordillerano que une Los Barros con La Cortina. Así lo aseguró el informe de la Universidad de Concepción, en el proceso judicial efectuado en la Corte Marcial.
Un informe de seis hojas fue el que elaboraron los doctores Aldo Montecinos y Juan Carlos Inzunza, quienes pertenecen al Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción. Con el análisis buscaban determinar dos aspectos: si las condiciones climáticas del 18 de mayo fueron extraordinarias considerando la época del año y si éstas se podían prever.
El análisis fue presentado ante la Corte Marcial durante la semana pasada -en medio del proceso judicial-, y remitido a Diario La Tribuna, por Mauricio Cereceda Truan, hermano de quien es sindicado como el responsable de dar la orden de marchar, Patricio Cereceda, en los ejercicios cordilleranos que le costaron la vida a 45 efectivos militares en mayo del año pasado.
El hecho que no pudiera predecirse la condición climática “extraordinaria” que se dio el 18 de mayo en el trayecto que une Los Barros y La Cortina ha sido esgrimido, por parte de Cereceda, como uno de los principales argumentos a la hora de justificar la orden de marcha dada al contingente militar.
ANTECEDENTES EN MANO
El informe del doctor Montecinos comienza precisando que su repartición cuenta con información histórica pluviométrica de la Estación Bellavista de Concepción, datos que sin embargo no son útiles para demostrar si la nevazón del 18 de mayo en el sector cordillerano de Antuco, tuvo –o no- carácter de extraordinario.
Debido a que la información de la Estación Bellavista no servía para los efectos requeridos por el tribunal militar, el experto meteorológico debió recopilar datos de las estaciones Santo Domingo y Puerto Montt. Esta información consiste principalmente en registros de temperatura y altura a distintos niveles de presión atmosférica.
Para complementar los registros, se acudió hasta dos centros de Estados Unidos: National Center of Enviromental Prediction y National Center Atmospheric Research. Estas observaciones son provenientes desde radiosondas, satélites operacionales y geoestacionarios, avionetas, además de reportes de superficie, temperatura, viento y humedad específica.
Esto permitió analizar información meteorológica desde el 1 de abril al 30 de junio de cada año desde 1979 a 2005, esfuerzo que buscó determinar con precisión si el viento blanco que se presentó el 18 de mayo, era predecible.
Es así como Montecinos analizó diversos aspectos técnicos e informaciones arrojadas por las estaciones climatológicas, para elaborar gráficos en los que muestra los diversos niveles de isoterma (de igual temperatura) que se dan entre las estaciones de monitoreo.
Con estos antecedentes, el experto explicó en su informe que “el evento del 18 al 21 de mayo de 2005 se puede considerar como inusual para la tercera semana de mayo”. No obstante, agregó que “estos resultados deberían contrastarse con mediciones locales” para comprobar el carácter inusual de las condiciones climáticas de esos días en la cordillera de Antuco, así como “el adelantamiento de este tipo de eventos durante el periodo de transición de las últimas semanas de mayo”. El fatídico mes es considerado como de transición entre el otoño y el invierno en Chile Central, lo cual dificulta aún más las posibilidades de predecir las condiciones climáticas.
CONDICIONES EXTREMAS
“Existe gran dificultad para hacer predicciones de tiempo atmosférico en zonas geográficas pequeñas, con topografía accidentada como son las zonas precordilleranas de Los Andes, donde no se realizan observaciones meteorológicas regulares” comienza diciendo el informe elaborado por el doctor en meteorología, Juan Inzunza.
En cuanto a la posibilidad de señalar una alerta temprana en esas zonas, el experto manifestó en su análisis que “las alertas tempranas de temporal que se pueden dar para zonas pequeñas con esas características tienen una alta incertidumbre, más aún cuando esas alertas se informan desde lugares muy lejanos al lugar mismo donde se quiere dar la alerta, teniendo en cuenta que los centros de pronóstico y oficinas de emergencia para el país se encuentran en Santiago”.
Además de estos argumentos, Inzunza recalcó que la geografía en particular del trayecto que une Los Barros con La Cortina “es accidentada, con pendientes y cajones”, lo que la convierte en una zona “donde es difícil detectar las variaciones meteorológicas de pequeña escala, que además pueden desarrollarse en muy corto tiempo”.
Por otra parte, la época del año del que se hizo el análisis –mayo- meteorológicamente en la zona central de Chile, “corresponde al periodo de transición entre el término de la estación seca y el comienzo de la temporada de lluvias, periodo de más difícil pronóstico, cuando en general se incurre en un mayor porcentaje de error respecto de los pronósticos”.
Atendiendo a estas variables, el experto concluyó que con las condiciones que se dan en el sector entre Los Barros y La Cortina, “era altamente improbable hacer un pronóstico del tiempo acertado con la debida antelación”, sumándose a esto además que el trayecto que une ambos refugios cordilleranos es una dimensión muy pequeña como para ser detectado en los análisis meteorológicos que las estaciones realizan.
“Este fue un evento anormal para la época en esa región, cuando recién se estaba iniciando la temporada de mal tiempo, la que en el año 2005 se adelantó casi en una semana, ya que de acuerdo a los antecedentes climatológicos históricos del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, lo normal es que el periodo de mal tiempo en la región comience a aumentar gradualmente su severidad desde la penúltima semana de mayo”.
Inzunza agregó que el viento blanco “fue un evento violento que posiblemente se inició y desarrolló bruscamente en un corto intervalo de tiempo, lo cual hace aún más improbable dar un pronóstico acertado con antelación de algunas horas” considerando que éstos se realizan desde los centros de pronósticos, ubicados en Santiago.
“De acuerdo a los antecedentes expuestos, el evento de viento blanco en la región considerada, donde las variables meteorológicas pueden cambiar bruscamente en regiones muy pequeñas y en intervalos de tiempo muy cortos, hacían difícil su predicción y por lo tanto reducían significativamente la posibilidad de dar una efectiva alerta temporal” concluye el informe pericial.
VIENTO BLANCO
El informe del doctor en meteorología, Juan Inzunza, explica que el fenómeno conocido como “viento blanco” se produce en las zonas subpolares y regiones cordilleranas sobre los mil 500 metros de altura. La altura entre los refugios de Los Barros y La Cortina es de mil 600 metros.
Se trata de un viento asociado a centros ciclónicos de bajas presiones que acompañan a los sistemas frontales de mal tiempo, sistemas que cuando son muy severos, pueden producir nevadas.
La gran velocidad del viento, que puede superar los cien kilómetros por hora, hace que la nieve permanezca en suspensión en el aire cerca del suelo y que levante la nieve que ha caído cuando ésta aún permanece en forma de polvo, reduciendo la visibilidad casi a cero, si la densidad de la nevazón es muy intensa.
Su duración puede ser de unos pocos minutos, a unos cuantos días.
SOFISTICADOS EQUIPOS
Sólo para regiones de mayor tamaño a la veintena de kilómetros que separan a los refugios de Los Barros y La Cortina, sirven los equipos con que cuentan los centros meteorológicos.
“En dimensiones pequeñas y tiempos cortos, los métodos tradicionales de pronóstico no son igualmente aplicables, los pronósticos deben ser de corto plazo o algunas horas, por lo mismo su porcentaje de acierto disminuye considerablemente respecto de los pronósticos de mediano plazo o algunos días, lo que hace muy difícil dar alertas tempranas” señala el informe pericial.
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